viernes, 7 de enero de 2011

LUGARES (ARCAICOS).

El Abismo: lugar oscuro, al que sólo se puede acceder atravesando su antesala, la cono-cida Tierra de la Oscuridad. Se dice que ahí se haya oculta una parte dividida del poder total del mal, dentro de un orfe. Allí fue dónde Diablo decidió esconder una parte de sí mismo, cuando junto con Dios, decidió separar su poder, lejos de los comunes. Se dice que nadie que ha logrado penetrar en estos siniestros dominios, ha conseguido salir con vida. Es un lugar maldito e infestado por la fuerza maligna de Lucifer.

La Caverna Helada: morada de quién fuera en sus tiempos el mago Aralen Evilice. Pro-tegida por los encantamientos que el propio Aralen puso, es casi imposible de localizar, salvo por aquellos que pertenecen al grupo de los Inmortales –seres celestiales–, ya que siguieron de cerca los pasos del mago, en cuanto se volvió poderoso. Se dice que está custodiada por unas criaturas de hielo que el señor Evilice fabricó con sus poderes má-gicos. También es el sitio adonde se escondió su anillo, una joya de hielo que confec-cionó Aralen con el fin de deshacerse del Sacerdote, según las fuentes fidedignas histó-ricas, que lo perseguía.

Las Corrientes Ígneas: es una parte del sur del Submundo por donde circulan los ríos de lava de este a oeste, separando una carretera que hace la función de túnel que conduce de sur a norte hacia los demás lugares del Submundo. Era el refugio de Ukobac –el De-monio Salamandra–.

El Templo Sagrado de Egipto: un sacrosanto sitio, en el cual se dice, fue lugar de posa-da de la legendaria criatura el Fénix. Es uno de los templos sagrados más venerados por los egipcios. Para los egipcios, el Dios del Sol era Ra y se le representaba como un ave de fuego que cada vez que moría resucitaba de sus propias cenizas, reencarnándose en otro cuerpo. Su historia es milenaria, pues según la tradición, es uno de los primeros templos que se construyó en el Antiguo Egipto, durante la época de la construcción de las Pirámides.

La Iglesia de San Felipe: residencia de la Orden de la Santidad. En esta iglesia, las siete magas mujeres que conocen el secreto de las llamadas “esferas de luz”, se protegen de los demonios que pretenden destruirlas, hasta que se requiera de sus servicios. Es una iglesia importante, puesto que ahí era donde iba a hacer sus misas el Rey de las Españas del siglo XVII, Felipe IV.

La Tierra de la Oscuridad: es el vestíbulo del Abismo, una especie de antesala. Es un territorio cubierto de una densa y permanente oscuridad, de arriba abajo y de lado a la-do. Se dice que es el hogar de la mismísima Oscuridad y de unos seres llamados incor-póreos, que son aquellas almas que perecieron sirviendo al mal y se convirtieron en fie-les súbditos por y para la Oscuridad, de forma perpetúa. Además, aquél que desee ha-cerse con el verdadero poder del mal, el de la “esencia” de éste, sin querer reunir las dos mitades del poder oscuro dividido de Diablo, los cuales se hallan amagados en los peo-res reinos de la malignidad, han de superar las pruebas del recinto y salir airoso de ellas, una vez haya obtenido los sentimientos de la ira y del odio, por esto orden, debido a que son los más fuertes de la naturaleza del mal.

El Purgatorio: torrente de llamas que giran alrededor de sí mismas, como un huracán ardiente. Es el lugar más profundo del Submundo y se dice que en la parte alta, en el is-lote rodeado de lava, es donde reina el Señor Oscuro, el rey legítimo de los demonios. Allí se envía a las almas de los seres oscuros (o demonios) que son destruidos. Asimis-mo, también se puede enviar, como castigo o penitencia por los demonios, a los arca-nos que han sido asesinados por ellos, o a los propios comunes. Además, en el centro mismo del recinto, hay una especie de hueco que deja lugar a una estancia en la cual po-der estar, una sala oscura, cuya forma aparentemente es la de un cajón rectangular, por-que ahí están los Guardianes del Mal, los custodios de una parte del poder dividido de Lucifer, escondido también como la que está en el Abismo, dentro de un orfe.

El Reino del Espacio y del Tiempo: es la prisión del mismísimo Diablo. Allí fue dónde lo envió el Arcángel San Miguel, tras su titánica lucha, dándole un mandoble con su le-gendaria Espada. Después, creó un portal llamado el Regio Portal y lo selló con su Ma-gia Angelical con el fin de que Lucifer no pudiera ser liberado por sus propios medios. El Real Señor de Todas las Fuerzas de Todo el Mal aguarda, impaciente, a ser liberado para volver a desatar su furia contra la Tierra, para provocar una segunda guerra, que a-cabaría destronando al mismísimo Dios de su Trono Celestial en el Reino de los Cielos. Se dice que este reino está alejado de cualquier mortal y que existe en otra dimensión, similar a la que coexisten los Siete Planos.

El Reino de los Cielos: es la Casa del Señor, literalmente. Es dónde habitan los Inmorta-les y el Altísimo. Su entrada está protegida mediante la Muralla Sagrada, unos largos y gigantescos muros de oro macizo, que bordean todo el reino, extendiéndose por la iz-quierda y derecha de la famosa Puerta de San Pedro –cuyas custodias son las Guar-dianas del Cielo–, cubriendo todo el terreno. La Muralla Sagrada mide unos veinte me-tros de altura por quince de anchura, que junto a la Puerta de San Pedro, cuya altura es el doble de la de los muros, hacen del Reino de los Cielos una fortaleza inexpugnable. Está prohibida la entrada a cualquier mortal que no pertenezca a los arcanos y aquéllos que tengan sangre de demonio, han de ser juzgados por sus actos, antes de dejarlos pa-sar, por mucho que pertenezcan a los arcanos. Los comunes y los demonios tienen pro-híbido el acceso. Es una Ley de la Magia Insondable.

El Submundo: es el hogar de los seres oscuros conocidos como demonios. Está dividi-do por diversas cavernas, cuevas y ríos de lava, donde moran estas criaturas, cuyo ran-go pueden ser los siguientes: de nivel inferior (primera categoría, habitan en la parte es-te del Submundo y son los más abundantes), los de nivel intermedio (son los que viven por la zona oeste del Submundo y también suelen ser de los que más hay), los de nivel superior (cuya cantidad comienza a descender, se encuentran en el sur del Submundo), y los que pertenecen a las altas esferas (los allegados del LORD Inframundus, nombra-dos así porque él mismo les dio esa categoría y residen en las zonas menos cálidas del Submundo, en el norte) y, finalmente, los que se pueden contar con los números, los que son renombrados como demonios lores o Señores de los Demonios (los que anidan en los lugares más secretos y recónditos del Submundo, alejados del gobierno del propio Mefistófeles, con el fin de realizar sus propios objetivos sin su consentimiento). Este ti-po de demonios, aunque sean pocos y efímeros, suelen ser líderes de organizaciones se-cretas o congregarse en hermandades. Generalmente, con un propósito común que les o-bliga a unirse.

El Vacío: el más odioso y terrible de todos los sitios pertenecientes al mundo de las Ar-tes Arcanas. Es un vórtice negro y tormentoso, cuyos relámpagos son más fuertes que los que producen las tormentas del cielo y mucho más brillantes, pero también más ma-lignamente fuertes. Se dice que en el mismo interior de esta área se halla otro lugar, lla-mado “La Cripta de las Almas”, donde se encierran a todas las almas que han sido pode-rosas en vida o maldecidas, con el fin de liberarlas algún día y usar su terrible poder, pero que mientras tanto, son sometidas a las torturas y a los castigos de la vasta y densa y fuerte oscuridad que las rodea, sin una pizca de luz y sin posibilidad alguna de escapar a esa malvada penitencia. La Cripta es un camposanto, que antiguamente fue un lugar sagrado de una civilización muy antigua referente a la ciudad perdida de Atlantis, pero que, cuando fue destruida, la trasladaron al Vacío, haciendo la misma función que anta-ño. Sellaron con los Arcángeles el Pacto de los Castigos, a fin de que pudieran usar e-llos esa Cripta y sus enemigos, los demonios, a través de los neutrales, para castigar a aquellos que hicieran actos de una maldad incalificable, más terrorífica y siniestra que la maldad corriente de los demonios. 

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